miércoles, 16 de febrero de 2022

Aquella melodía

 


AQUELLA MELODÍA

Se ha perdido la melodía
que entrelazaba
nuestras almas,
y sólo el silencio anda
llorando como un niño
por los rincones del alba.

Amanece
y llueven flores blancas
y en esa melodía olvidada
he vuelto a soñarte, madre.

Pero te has ido extinguiendo
en la danza del viento
y se ahoga tu nombre
en mis entrañas.

Hay dolor de ausencia,
hay espera, madre,
inútil llaga que sangra,
porque no habrá retorno
porque se apagó la melodía
que ataba nuestras almas.

INGRID ZETTERBERG

Dedicado a mi amada mamá

domingo, 13 de febrero de 2022

Yo espero

 


YO ESPERO

¡Ah! melodía que me arrancas el alma
en esta mañana me ahogas de ausencias.

Yo espero sus manos que se alargan
con flores azuladas
que viajan hacia mi soledad.

Melodía que vibras en mí
como el silencio que lacera mi ser.

Yo espero su casta mirada
que me ama;
su sonrisa llevada por el viento,
a guarecerse en mi alma.

INGRID ZETTERBERG

Dedicado a mi amada
hija Stephanie.

viernes, 11 de febrero de 2022

Palabras a mi "Joao"

 


PALABRAS A MI "JOAO"


Ya te has ido por camino de sombras,
compañero de mis silencios
y mis lágrimas.
Ya mi voz no te nombra.

Ya sólo me nace tu ausencia
entre cuerdas vibrantes
de guitarra,
pues se ha marchitado tu esencia.

No volverá por aquel pasillo
tu jadeo cansado;
tu hambre de amor,
inocente amigo mío.

Nadie te amó sino yo
mi pequeño fiel y tierno,
que con las suaves caricias
solías gemir de emoción.

¿Sabes Joao de mis heridas?
Te llevaste mis alegrías,
pero abrigarte en el invierno que pasó,
es mi consuelo en tu partida.

Te adormecías bajo el manto
que te prestó mi cariño;
y así protegido en mis brazos
te arrullaba mi canto.

Endulzaste mis madrugadas
con tus saltitos de engreído,
¡oh inocente ternura!
que me robaste el alma.

A veces tu cojera
por la calle pacífica, sin nombre
donde tus pasos menudos solían acompañarme.
A veces tu mirada lastimera.

Y a pesar de mis cuidados
te durmieron una mañana,
a pesar de mi ilusión
en tus ojitos nublados.

Por los oscuros rincones de la casa
te buscan desde entonces mis manos
y ya no está tu tierno pelaje blanco
esperándome en la ventana.

Humilde amigo de mis noches tristes,
de mis años solos;
¿dónde estás?
¿En qué cielo te escondiste?

¿Qué cúmulo de estrellas
te cobijan ahora?
¿En qué silenciosa senda
vas dejando hoy tus huellas?

Quiero que mis versos viajen con la brisa
y rocen tu alma etérea
mientras vierto mis lágrimas
sobre tu cajita de cenizas.

INGRID ZETTERBERG

Dedicado a mi amado
perrito "Joao", un criollito
recogido de la calle,
viejo y enfermo.

Una rosa para ti

 


UNA ROSA PARA TI


Aquella noche amansada
por las velas,
sentí el dolor de tu mirada
en tu tierna despedida serena.

Me sorprendió el amanecer
en la ventana.
Miraba un antiguo rosal
plantado en mi jardín. 
Estéril creció en la tierra.
Sin un brote de luz, 
sin una fragancia.

Pero aquella madrugada,
mientras la sombra de la muerte
se paseaba por mi estancia,
cerrando tus ojitos para siempre,
sucedió un milagro
poco frecuente.

Presurosa corrí 
por el frío sendero 
de mayo, a la casa
de un joven jardinero; 
y secándome las lágrimas
le hablé de mi tristeza.
Él me acompañó entonces
de regreso, 
con palo y pico
en sus robustas manos, 
para hacer la labor
de sepulturero.

Metimos en un saco
tu cuerpito inerte, 
y al cabo de una hora, 
la tierra te abrigaba generosa
en un profundo hueco.

Y al entrar cabizbaja por el umbral
donde tantas veces me recibió
tu inocente alegría, 
volví hacia la ventana
a contemplar mi huerto.
¡De pronto pude vislumbrar
el prodigio!
Una rosa amarilla,
pura como el mediodía
en su fulgor,
se abría
para ti en el azul
del amanecer, en aquel rosal
que antaño fuera habitado
por duras espinas.

Una rosa iluminada, 
límpida y matinal, 
como un regalo de la mano de Dios,
tras el cristal
de mi ventana.
Luego los años cayeron
uno a uno al vacío,
se fueron derramando
del almanaque
cual pétalos vencidos.

Pero nunca olvidaré
esa rosa amarilla, 
que nació por única vez, 
mi fiel amigo,
para tu humilde entierro.
Nunca más brotó la vida
en aquel rosal que fue muriendo.
Ni un botón, 
ni una luz encendida.
Su destino fue nacer
para otorgarte su única rosa a ti,
mi manso compañero.

INGRID ZETTERBERG

(In memorian a mi amado
perrito Pelusón 1ro.)



A tu regreso


 
A TU REGRESO


Hija de mi ternura,
manos diligentes
que me han sanado
de crueles ausencias,
ojos que contienen
toda la inmensidad
del amor de Dios;
regresaste a mi vida
para renovar las fuerzas
de mi alma envejecida.

Mi Claudia, mi niña,
te has quedado en mi pecho
como un capullo aromado
de paz y promesas;
y has llenado mis vasijas
con agua fresca y cristalina.

Me has ofrendado colores
que hace mucho no veía
en mi paisaje de dolor.
Mi vida antes estática y fría
se ha colmado de la tibieza
de tu reir.
Y hoy vislumbro un futuro
que antes no sospeché abrazar.

Hoy mis brazos se extienden
tras tus pasos
y una fe nueva
que antes no existía,
me va abrigando el alma
con esta tibia felicidad.

INGRID ZETTERBERG

Dedicado a mi amada
hija Claudia

A ti padre


 
A TI PADRE

Padre,
he perdido tu abrazo
para siempre
y te adueñas hoy
de mi nostalgia.

Yo te recuerdo en una esquina
con tu frágil andar
y tu espera fatigada.
Traías en tus manos
un regalo atesorado.

No sabía
que ya en tus ojos
anidaba la distancia.
Poco tiempo después
de bendecirme
con aquella muñequita
de porcelana,
te postraste en una silla;
y tu sonrisa y tus manos
se tornaron niñas.

Padre mío,
aún guardo esa tibieza tuya
de aquella noche de enero,
la cuido como a mi vida;
y en ese último abrazo
me comunicaste el amor
que por años guardaste
para mi latente orfandad.

Padre,
tú no te has ido
de aquel mayo grisáceo.
Por el sendero curvo
que nos anhela,
aún resuenan tus pasos.

Aún permanece tu bondad
resguardada con celo
tras el cortinaje bermejo
de mi corazón.

Aún regresa tu voz
elevando tonadas
en la semi oscuridad,
y tu acento rompe el silencio
regalándome una canción.

INGRID ZETTERBERG

Dedicado a mi amado
papá



Mi niño volvió

 


MI NIÑO VOLVIÓ


Ángel mío,
nueve días te arrullaron mis ojos,
y el arco iris piadoso del Creador
descendió hasta mi vera;
penetró su luz
por las grietas de mi alma
y encendió mi faz
de sonrisas olvidadas.

Nieto mío,
mi pequeño
de largas pestañas
y tímida voz,
me has regalado una navidad
de nubes deslizadas
que jamás me atreví a soñar.

Me has ofrendado la paz
de mis blancas murallas
por donde desciende
tu risa amada
junto al jardín de pinos
donde se escucha
tu suave trotecito alegre.
Mi niño, en estos breves días eternos,
¡cuánta felicidad
desbordada en campanas de ilusión!

INGRID ZETTERBERG

Dedicado a mi amado
nietecito Adrián
cuando me visitó unos días
por navidad a sus nueve
adorables años.

Toda tú

 


TODA TÚ


Hija amada
todo lo mío es tuyo,
y son mías tus manos
que se afanan diligentes
en vitrales
de amor y mariposas.

Tu lamparita
como reliquia del pasado
alumbró navidades
y lánguidos versos.
Años que se fueron
entre cenizas y lágrimas.

Y los pájaros pintados
se elevan en la fría pared
para recordarme
la tibieza de tu alma
que se asemeja
a mi nostalgia.

Toda la casa
destila tu fragancia,
tu arte
en paisajes
que tus dedos formaron;
artesana 
de velas aromáticas.

Toda tú
caminas hacia el horizonte
con la sutil elegancia
de tu andar
y te escapas de mis noches
hacia las metas
de tu juventud.

INGRID ZETTERBERG

Dedicado a mi amada
hija Natalie

miércoles, 9 de febrero de 2022

A mi madrecita


 

A MI MADRECITA


¡Mamá, mamá!
tú venías afanosa,
llena de ternura
en tus sigilosos pasos.
Tu silueta, madre
aún regresa en el tiempo.

Era el mediodía
y me llevabas el alimento
a mi antiguo sendero
de escolaridad.
Y es que te escapabas madre
de tu absorbente empleo;
de tu dolor de espalda,
de la máquina de escribir
en la que te inclinabas
para traerme el pan.

Y volabas tan lejos
hacia mi escuela rural
para llevarme un pedazo
de tu corazón cansado,
para darme a tomar
del agüita mansa de tus manos.

Hoy recuerdo esos años
en que yo no estudiaba
y te afligían
mis malas notas,
pero tú me amabas tanto
que me dabas vida
en tus abrazos
y buscabas lo mejor
para darle a mi alma descanso;
las clases de ballet con amor,
las de francés con tu ilusión,
las clases de costura;
todo por mi bien.

¡Madre!
hoy te agradezco
por tu sacrificio y llanto
que no fueron en vano
porque inculcaste en mí
tu imperecedero amor
que destiló como un óleo perfumado
en mi existir.

Mamá, mis palabras
no se agotan en mi quebranto,
por ti ha renacido
este puñado de descoloridos pétalos,
por ti van tiñéndose
del azul de tu silencio;
del rojo de tu esencia
y del turquesa 
de tus miradas clementes
que una tarde
me dejaron para siempre.

Madre mía,
ya no estemos solas,
un día de estos
yo también me uniré
en un eco eterno
de canciones y aromas
con tu espíritu
que en la distancia asoma.

INGRID ZETTERBERG

Dedicado a mi amada
mamá

A mi Capitán

(Foto tomada por mí) A MI CAPITÁN Era un pompón como ningún otro. e impactante, y desde muy joven muy territorial Mi perro Capitán era un Sa...