A TU REGRESO
Hija de mi ternura,
manos diligentes
que me han sanado
de crueles ausencias,
ojos que contienen
toda la inmensidad
del amor de Dios;
regresaste a mi vida
para renovar las fuerzas
de mi alma envejecida.
Mi Claudia, mi niña,
te has quedado en mi pecho
como un capullo aromado
de paz y promesas;
y has llenado mis vasijas
con agua fresca y cristalina.
Me has ofrendado colores
que hace mucho no veía
en mi paisaje de dolor.
Mi vida antes estática y fría
se ha colmado de la tibieza
de tu reir.
Y hoy vislumbro un futuro
que antes no sospeché abrazar.
Hoy mis brazos se extienden
tras tus pasos
y una fe nueva
que antes no existía,
me va abrigando el alma
con esta tibia felicidad.
INGRID ZETTERBERG
Dedicado a mi amada
hija Claudia
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