A TI PADRE
Padre,
he perdido tu abrazo
para siempre
y te adueñas hoy
de mi nostalgia.
Yo te recuerdo en una esquina
con tu frágil andar
y tu espera fatigada.
Traías en tus manos
un regalo atesorado.
No sabía
que ya en tus ojos
anidaba la distancia.
Poco tiempo después
de bendecirme
con aquella muñequita
de porcelana,
te postraste en una silla;
y tu sonrisa y tus manos
se tornaron niñas.
Padre mío,
aún guardo esa tibieza tuya
de aquella noche de enero,
la cuido como a mi vida;
y en ese último abrazo
me comunicaste el amor
que por años guardaste
para mi latente orfandad.
Padre,
tú no te has ido
de aquel mayo grisáceo.
Por el sendero curvo
que nos anhela,
aún resuenan tus pasos.
Aún permanece tu bondad
resguardada con celo
tras el cortinaje bermejo
de mi corazón.
Aún regresa tu voz
elevando tonadas
en la semi oscuridad,
y tu acento rompe el silencio
regalándome una canción.
INGRID ZETTERBERG
Dedicado a mi amado
papá
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