A MI MADRECITA
¡Mamá, mamá!
tú venías afanosa,
llena de ternura
en tus sigilosos pasos.
Tu silueta, madre
aún regresa en el tiempo.
Era el mediodía
y me llevabas el alimento
a mi antiguo sendero
de escolaridad.
Y es que te escapabas madre
de tu absorbente empleo;
de tu dolor de espalda,
de la máquina de escribir
en la que te inclinabas
para traerme el pan.
Y volabas tan lejos
hacia mi escuela rural
para llevarme un pedazo
de tu corazón cansado,
para darme a tomar
del agüita mansa de tus manos.
Hoy recuerdo esos años
en que yo no estudiaba
y te afligían
mis malas notas,
pero tú me amabas tanto
que me dabas vida
en tus abrazos
y buscabas lo mejor
para darle a mi alma descanso;
las clases de ballet con amor,
las de francés con tu ilusión,
las clases de costura;
todo por mi bien.
¡Madre!
hoy te agradezco
por tu sacrificio y llanto
que no fueron en vano
porque inculcaste en mí
tu imperecedero amor
que destiló como un óleo perfumado
en mi existir.
Mamá, mis palabras
no se agotan en mi quebranto,
por ti ha renacido
este puñado de descoloridos pétalos,
por ti van tiñéndose
del azul de tu silencio;
del rojo de tu esencia
y del turquesa
de tus miradas clementes
que una tarde
me dejaron para siempre.
Madre mía,
ya no estemos solas,
un día de estos
yo también me uniré
en un eco eterno
de canciones y aromas
con tu espíritu
que en la distancia asoma.
INGRID ZETTERBERG
Dedicado a mi amada
mamá
Belo poema a uma mãe cuja ternura merece esta homenagem...
ResponderBorrarPaz para tua mãe e abraço para ti, Ingrid!
Gracias amiga Sao por recorrer mis versos y dejarme tan lindo comentario. Un abrazo.
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