A MI AMADO PAPÁ
Padrecito mío
no puedo desligarme aún
de aquella larga mirada triste
que extendiste hacia mi alma
por el viejo callejón.
Fue una tarde de tantas
en que yo abandoné tu casa,
y te dejé en tu antiguo sillón,
donde te tornaste niño
y balbuceabas a veces
incoherencias que punzaban mi dolor.
Era tu edad avanzada,
tu mente perdida
en un oscuro rincón,
sonreías tímidamente
y tu breve risa
terminaba siempre
entre tibias lágrimas que enjugaba yo.
Y así te fuiste ausentando
del sendero de la vida,
y una noche de mayo
me dieron la noticia...
No hubo llanto en mis ojos,
sólo una quietud
que venía
de lo profundo de tu alma,
hacia la mía...
Las hojas del almanaque
fueron cayendo vencidas.
Y hoy que los recuerdos del ayer
avasallan mi sentimiento,
me diluyo en sollozos
que no puedo contener.
INGRID ZETTERBERG
Dedicado a mi amado papá
No hay comentarios.:
Publicar un comentario