Y FINALMENTE, LA BENDICIÓN
(Soneto Artizano)
El hombre pensativo que llora es mi marido,
su tez avejentada me habló de sufrimiento.
Dolida con mi amado en antiguo abatimiento,
prisiones de pobreza angustiosa que he vivido.
Amarlo en mi serena vejez es mi alegría
con él amansaré mi tristeza y le amaría
aún si no saliera la luz de la mañana;
mi esposo y su silencio de paz es lo que sana
la hondura de mis penas, incluso la aflicción
que inspira mis añejas carencias en mención.
Quietud en el hogar, bendiciones al final
iremos alcanzando, y tendremos la señal
al ver que ha de llegar la solvencia que he pedido
a Dios por su piedad, y creerlo me ha nacido.
INGRID ZETTERBERG
Dedicado a mi esposo
en otros tiempos, a quien
amé mucho, cuando yo no
había perdido la esperanza.
De mi poemario
"Joyas de mi alma"
Derechos reservados
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