CAPULLITO
¡Qué dolor
cuando tu puerta
está cerrada
y tu voz se esconde!
Eres
cual un capullo
que se pasmó
en la tristeza
del rosal,
y no quiso abrir
sus pétalos
para mis ojos
que esperaban.
Lentos los instantes,
entre el humo
de mi café
y las voces apagadas.
Te amo
en la tenue luz
de tu lamparita
que arrulla tu alma.
INGRID ZETTERBERG
Dedicado a mi amada
hija Stephanie
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