A TUS MANOS
Hijo mío,
¿dónde están
tus manos?
que me ayudaron
a batir la harina
en mi oscuridad perdida?
Ahora son
tus manos
para la guitarra
hijo amado,
para las cuerdas
vibrantes,
desentrañando
los misterios
de la música
encadenada
a tu alma.
Ahora son
tus manos
tocando puertas
lejanas,
llevando obsequios,
resucitando
sonrisas.
Y en lo profundo,
seguirás siendo
mi amigo,
el que me habla
de leyendas
y planetas olvidados,
y va desmenuzando
conmigo
las horas del amanecer.
INGRID ZETTERBERG
Dedicado a mi amado
hijo Favio
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