HORAS INÚTILES
¡Si yo pudiera
apagar de un soplo
las lentas luces
del atardecer!
¡Si yo pudiera
sacudir
los relojes soñolientos
de la tarde!
¡Si yo pudiera
hundir
en el lejano horizonte
este ocaso interminable!
La noche generosa
me devolvería
tus cercanos pasos
de ayer.
INGRID ZETTERBERG
Dedicado a mi esposo
en una de sus ausencias
que me dañaron tanto.
Año 1,976
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