DAME SUS MANOS
Esas manos nacieron
con las mías,
y en el ancho camino
de nuestras vidas,
se besaron.
Sus manos me brindaban
las flores del atardecer,
coloreando en silencio
mi tristeza;
y pedían perdón
por el dolor
y el daño.
¿Qué encierro de sombras
detienen
sus sigilosas manos
que trabajaron
en las tuercas,
y los fierros,
para crear
una lámpara
de encaje enmarañado?
que tejieron
modestas alfombras,
trenzadas con el llanto?
Para mi pecho
son sus manos,
para sembrar juntos
nuestro huerto.
Para mis besos.
Yo anhelo esas manos
fugitivas,
que envejecieron
con las mías,
y al fin caerán
como pétalos amados,
rendidas
sobre mi regazo.
INGRID ZETTERBERG
Dedicado a mi esposo
en el tiempo en que yo
aún guardaba vanas esperanzas.
Año 2,000
No hay comentarios.:
Publicar un comentario