sábado, 13 de septiembre de 2025

Treinta horas de ausencia

 


TREINTA HORAS DE AUSENCIA

Soles que se hunden en el ocaso,
en el silencioso mar.

¡Cómo me duele ese árbol dormido
y ese llanto crepuscular!

Nubes que viajan sobre un incendio
de girasoles,
amores que viajaron en un tren
para no volver.
Una mujer buscando
al hombre amado que se fue.

Quietas lagunas azules
como tus ojos que se han cerrado;
treinta horas me dejaste sola
tras la quietud de tus pestañas,
y hasta que no hubiste despertado
no descansó mi alma
de aquel silencio amargo.

Ya no vuelvas a irte
palomita de mis entrañas,
quédate bajo mis miradas
que por siempre han de besarte.

Ya es tiempo de rosas,
de jardines de esplendor;
del regreso de risas olvidadas,
de pétalos en la brisa
rozando tus mejillas...

Ya es tiempo de devolverme
las alegrías, hija mía.

INGRID ZETTERBERG

Dedicado a mi amada 
hija Stephanie

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Treinta horas de ausencia

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